domingo, 26 de octubre de 2008

Proyecto de Filosofía (nuestra Plataforma electoral para la carrera)

Proyecto para una filosofía de los tiempos que corren: hacia una Inclusión Cultural

La Carrera de Filosofía viene sufriendo año tras año una decadencia de la que no puede culpar a causas exteriores (como las crisis económicas, la deserción estudiantil o el estancamiento edilicio); y que tiene como principal origen la sectarización de la carrera. Cada año crece ampliamente el número de estudiantes, pero a la vez el claustro de los docentes se mantiene inamovible. Aquellos que con la llegada de la democracia y el alfonsinismo tomaron las riendas académicas de la facultad allá por los `80, una entonces pujante juventud radical, sigue ahora atornillada a sus puestos, renuentes a dejar lugar a las nuevas generaciones. Hoy sigue en el poder aquella juventud, acaparando puestos y limitando cada vez más las propuestas filosóficas...
En este momento se presenta una carrera totalmente influenciada por la línea analítica anglosajona y los kantianos, haciendo del resto de los filósofos temas aislados en algunas materias que quedan así desconectadas.
El objetivo de la política académica debe ser entonces, primero, ampliar la variedad de propuestas filosóficas, buscando a la vez que se abra el juego a los graduados y se amplíe la camarilla que compone el claustro de profesores –los mismos profesores de hace más de dos décadas; y que tienen como mal lamentable que últimamente en vez de jubilarse y dejar sus cargos a las nuevas camadas, dejan su cargo a causa de su paso a la otra vida. El cargo docente transformado como vitalicio es una señal de que algo se ha cerrado en la carrera. Abrir nuevas materias con nuevos profesores, es entonces el primer objetivo a impulsar:
1- Con el fin de ampliar la carrera hacia los estudiantes:
a) Impulso de cátedras paralelas para todas las materias del ciclo de grado. Con esto se respondería a dos problemas básicos, la superpoblación de los cursos y la falta de variedad en la propuesta académica
b) Tales cátedras paralelas deben tratar de ser cubiertas por profesores graduados, para limitar así el caso de los docentes comodín que se repiten una y otra vez en las materias; y para abrir el abanico de propuestas académicas.
c) Se deben regular el dictado de las materias de grado para que en cada cuatrimestre se tenga la posibilidad de cursarlas. Haciendo así que ningún estudiante deba esperar un cuatrimestre para cursar una materia de grado.
b) A la vez se debe impulsar la iniciativa de un práctico en el turno mañana en todas las materias del ciclo de grado. Para así permitir la cursada a aquellos estudiantes que trabajan en turno tarde, y que han venido siendo relegados en los horarios con la excusa de la falta de aulas por el CBC.
Resumiendo: cátedras paralelas en todas las materias del ciclo de grado, que sean abiertas especialmente para los profesores graduados (ampliando así la camarilla de los docentes), y que cuenten con prácticos tanto en los turnos tarde como mañana.

A la vez, lo que hay que abrir es la proyección de la Filosofía por fuera de la tradición occidental del Logos. Presentando para ello, materias que antes estaban en el programa de Filosofía y Letras de la UBA –y que siguen estando en otras Universidades. Estas materias serían optativas y podrían empezar dándose como seminarios.
2- Impulso de nuevas materias que vayan más allá del logocentrismo occidental:
a) Creación de la materia de Filosofía de Oriente, que comprenda las corrientes de pensamiento de la India, China, Japón, mundo árabe, etc. Haciendo pie en la cosmovisión tradicional y moderna que tales civilizaciones han desarrollado.
Esta materia puede empezar dándose como seminario –una especialización en Filosofía Antigua, hasta tanto se le haga un lugar formal en la currícula académica. Y no necesitaría tener ninguna correlatividad.
b) Creación de la materia de Filosofía de las Religiones, que comprenda el estudio místico y racional del fenómeno de lo divino, tanto en la tradición religiosa cristiana occidental como en las demás religiones. Volviendo a darle a la filosofía un lugar y una voz para hablar de lo divino –sin necesidad de limitar tal fenómeno a lo teológico.
Esta materia puede empezar dándose como seminario –una especialización en Filosofía Medieval, hasta tanto se le haga un lugar formal en la currícula académica. Y necesitaría tener cursadas previamente Filosofía Antigua y Filosofía Medieval.
c) Creación de la materia de Filosofía Postmoderna, que comprenda todas las corrientes actuales de pensamiento (sean postmodernas, analíticas, post-estructuralistas, heideggerianas, nieztscheanas, irracionalistas, etc), tratando de presentar a los autores vivos de la filosofía de hoy, tratando de debatir con ellos y con las temáticas y problemáticas que presentan.
Esta materia puede empezar dándose como seminario –una especialización en Filosofía Contemporánea, hasta tanto se le haga un lugar formal en la currícula académica. Necesitaría tener cursada todas las Historias de la Filosofía (Antigua, Medieval, Moderna) y Filosofía Contemporánea.

Junto a la apertura académica administrativa de la carrera, tanto en cuanto al claustro de estudiantes (con las paralelas, los prácticos por la mañana, y las cursadas del ciclo de grado todo los cuatrimestres), como en el claustro de profesores (que debería ampliarse para recibir a los graduados, y para que el retiro reemplace así al deceso como principal medio de renovación docente); y junto a la apertura ideológica planteada en cuanto a la presentación de corrientes de filosofía más allá de las clásicas del pensamiento occidental; se debe proyectar una carrera de Filosofía con arraigo a nuestra tierra, nuestra tradición filosófica propia, nuestras inquietudes y las soluciones que nuestros propios filósofos (y otros intelectuales locales) han planteado.
3- Impulso de un proyecto de inclusión de la carrera de Filosofía en la realidad local:
a) Creación de la materia de Filosofía Nacional, o como eran llamadas en nuestra facultad de los setenta, de Cátedras Nacionales. Como materia comprendería no sólo la problemática actual de los problemas filosóficos que nos atañen, sino todo el pasado del pensamiento filosófico argentino. Se diferenciaría de la materia de Pensamiento Argentino y Latinoamericano, en que ésta última presenta una visión más historicista de las problemáticas, y que además hace hincapié en el siglo XIX y comienzos del XX llegando apenas a tocar todo el pensamiento nacional desde los cincuenta en un par de clases. La materia de Filosofía Nacional debería presentar además la trayectoria de los filósofos locales –los cuales son lamentablemente negados y olvidados por toda la carrera, lo cual es un tipo de suicidio cultural, donde el culto docente a los filósofos extranjeros lleva a que ellos mismos entierren a sus maestros en el olvido. Filósofos a la altura de Carlos Astrada, Conrado Eggers Lan, Carpio, y por qué no algunos de los aún vivos (Feinmann, Abraham, etc), deben ser presentados a los nuevos estudiantes para que se permita una continuidad de pensamiento a escala geográfica e histórica.
Para cursar esta materia sería necesario tener cursada las materias de Filosofía Contemporánea y Pensamiento Argentino y Latinoamericano. Y mientras se oficialice su entrada a la currícula oficial, se podría dictar como un seminario especializado de Pensamiento Argentino y Latinoamericano.
El fin último sería lograr que una materia de Filosofía Nacional entre como obligatoria en el plan de estudio (aunque para ello, primero se la deba presentar como un seminario y luego como una materia optativa). Ya que la necesaria continuación de la tradición intelectual local es una deuda no sólo académica, sino hacia la Nación misma que ha aportado para crear filósofos acordes al mundo en que viven –y no meramente filósofos de exportación para ir a dar congresos y hablar sobre problemáticas foráneas en jornadas internacionales –o no poco común, para exiliarse una vez logrado el título universitario, con la excusa de hacer un postgrado en el extranjero, favoreciendo así la estrategia de los países desarrollados de la fuga de cerebros, donde nuestra facultad educa en temas externos a individuos que emigrarán con costo cero para las potencias receptoras del norte.
La materia de Filosofía Nacional debe ser un paso previo al desarrollo de una nueva perspectiva de estudio y desarrollo del pensamiento académico local, en pos de que florezcan nuestras propias soluciones a nuestros propios problemas –sea a escala de la Ética, la Política y la Filosofía Contemporánea. Y hacia la inclusión de lo filosófico como factor de peso en la sociedad –para lo cual también se ligaría con las materias de Didáctica y Enseñanza de la Filosofía.
b) Descentralización de las Prácticas docentes de la materia de Didáctica Especial y Prácticas de la Enseñanza, por medio de la cual se abriría como optativa la elección de un colegio público (del ámbito de Capital o del Gran Buenos Aires) como sede donde realizar las prácticas docentes. Sería una posibilidad a sumarse a los colegios actuales (Colegio Nacional Buenos Aires, Colegio Carlos Pellegrini, ILSE). Mediante esta descentralización de los sitios de prácticas, se lograría presentar por un lado la situación real con la que va a enfrentarse el futuro profesor de filosofía de colegio secundario; además sería el modo de desligar a la práctica docente de su rol algo ingenuo, utópico, y pseudo-elitista donde sólo está contemplado como modelo educativo el alumno de los mejores colegios del Estado. Por sobretodo, junto al cambio de visión ideológica que sobrevendrá al colocar los colegios de los barrios en pie de igualdad con las “casas de estudio de excelencia académica”, se ayudará en el acercamiento de la Filosofía a sus lugares naturales de arraigo en lo social, a la vez que se facilitará la tarea de muchos practicantes que prefieran un colegio cercano sus ámbitos de pertenencia (tanto en lo geográfico como en lo docente, al ser éstos la mayor de las veces el futuro ámbito donde se trabajará y dará clases). Así frente a la Práctica ideal planteamos la Práctica docente real como posibilidad optativa abierta a todos los estudiantes que cursen la materia de Didáctica Especial.

Es en suma éste, un proyecto inclusivo y de apertura, que se oponga a la debacle de la situación de la carrera actual, el notable crecimiento de inscriptos –y estancado número de docentes, sin variedad de cátedras ni horarios de materias, y un plan de estudio que parece discutirse “sobre la marcha” sin otro objetivo que lo formal, el cumplir con el pedido de cambios a una carrera paralizada hace más de veinte años, tan sólo para no cambiar en nada lo esencial y ponerle parches y pequeñas reformas que no pongan en peligro posiciones de poder (administrativo, académico e ideológico) de pequeñas camarillas, sectas –o “circos” al decir de Heidegger, que han hecho de la carrera de Filosofía su propia carrera. En conclusión, para volver a hacer la Filosofía algo de todos, una obligación y una responsabilidad elegida por todos aquellos que hemos elegido la carrera. Para apropiarnos de ella, y para arraigarnos en nuestro suelo intelectual (tanto a escala de lo nacional, como en las corrientes hoy aún vivas del exterior), un proyecto de Filosofía para los tiempos que corren, tiempos de cambio y de transformación. Para prevenir entonces que la carrera se transforme en objeto de museo, alejada, enclaustrada en pocas manos y cabezas. Para que se pueda ver que hay una “filosofía” tras el proyecto de esta filosofía para los tiempos que corren. Y que es una Filosofía de inclusión cultural.

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